domingo, 24 de septiembre de 2017

Salto cuántico


A cierta edad, un poco por amor propio, otro poco por picardía, las cosas que más deseamos son las que fingimos no desear
Marcel Proust


Es lunes seis de septiembre del 2027, voy camino de “la planta” hacia casa, tengo un casco negro, lo sé porque lo estoy viendo en el espejo, tengo una Bobber, se ve bastante nueva, no sé decir si es nueva o es porque yo cuido mucho mis cosas, mi primera iMac, la que compré en diciembre de 2009, todavía está en casa, bueno, en la casa en la que ahora vivo. ¿Por qué le llaman salto cuántico si no hay ningún salto? –Pensaba en todo el camino-- No entiendo por qué precisamente hoy estoy montado en esta motocicleta. Cuando tenía 35 o 36 años, no recuerdo, vendí mi motocicleta, mucha gente esperaba que cuando cumpliera 40 me compraría una Harley, por aquello de la crisis de la edad, si he de reconocerlo, no recuerdo haber tenido esa crisis, tampoco recuerdo haber sentido cosas que sienten los pubertos, la famosa crisis de la adolecencia. Tal vez cuando ocurrieron ambas yo estaba muy ocupado y las ignoré.
Pero aquí estoy, creo que esta es mi casa, bajo de la motocicleta y sí, es una Triumph, nunca he tenido una Harley, creo que es cliché. Veo varios coches y una enorme camioneta, supongo que la usamos para ir de Camping, ¿o la uso yo solo? No recuerdo, estoy hilvanando las ideas conforme observo la escena. Sí, esta es mi casa, me gusta el detalle de la puerta de madera. Hay un espejo grande, justo al entrar del lado derecho, si hay un espejo enorme debe haber una mujer cerca, ¿pero quién?, el espejo enmarca y cubre lo que al parecer son las escaleras, que inician a un lado del enorme espejo, me quito el casco y observo mis ojos, sí, sigo siendo yo, sonrío con la misma sonrisa retorcida, ahora volteo de nuevo a mi izquierda y veo una puerta, ¡por favor, que sea un perchero! –A huevo, sí es. Cuelgo mi chamarra negra que no tiene ninguna clase de inscripción, no hay calaveras ni letreros gigantes que insinúen que yo pertenezco a un club de motociclistas, claro, sería ridículo tan sólo pensarlo, siempre fui un forajido y lo seré hasta que muera, pero aún falta mucho para eso, si monto la moto lo hago yo solo, sin mostrar mi rostro, el papel de fantasma, creo que siempre lo voy a recordar, es parte de mi y es parte de lo que me hace ser yo.
Analicemos, hoy cumplo 51 años, el celular, sí, es momento de revisar el celular, esto me ayudará a recordar mejor esta pequeña laguna. Ya son las 5:10 de la tarde, no hay ruido en la casa, ¿sigo viviendo solo?, ¿por qué hay muebles?, ¿significa que alguien más vive aquí?, ¿sí es mi casa?, sigo a mi izquierda, luego a la derecha, esa es la cocina, ¿qué son esos cuartos?, con que esta es mi cocina, este de la foto soy yo, aquí hay una mujer, ¿me volví a casar? No lo sé todavía, ¿por qué no puedo ver esa cara?, ah, ahí está el patio, recorro la cortina de la puerta de vidrio y me dirijo al patio, ¡wow! Lo hice, tengo una alberca y las paredes del patio son de piedra, que vista tan chingona desde aquí. El celular empieza a vibrar, ah, sí, iba a revisar el celular, recuerdo a todos estos, a estos otros ahorita recuerdo quienes son. Me quito los tenis y los jeans, me quedo en calzoncillos y sin playera, ahora me recuesto en una silla del jardín y abro una agua mineral, seguramente la tomé de la cocina. Ahora me busco en Google, me reconozco.
Alguien entró en la cocina, me grita que no vaya, me preguntó si yo ya había llegado
--Pingüino, ¿eres tú? --¿Es esto una pesadilla?, instintivamente contesto que sí soy yo, me dice que no entre y que me tiene una sorpresa. Su voz no la termino de reconocer, me asomo por la ventana sin que me observe pero sólo puedo ver sus manos, está picando fruta.
Creo que esta parte sí la recuerdo, estábamos repasando un checklist, hacía un frío que dolía hasta la médula, yo traía guantes de invierno y ella me dijo pareces pingüino, ahí fue cuando supe reconocer la señal, antes de ese evento yo estaba convencido que el amor apesta, pero ella me hizo cambiar de opinión, ah, ya vi su nombre en el antebrazo izquierdo, bueno, más vale que sea el suyo si no qué vergüenza, pero sigo sin ver su cara. El celular suena de nuevo, es mi hijo Abraham, ya vuelvo, le contesto y regreso con ustedes lectores.
Estoy riendo, ¿en qué momento se le hizo la voz tan grave a mi pequeño Chipotin? Aún recuerdo cuando veíamos la Bella y la Bestia los domingos, o cuando íbamos a Cuck n Chesse, o cuando corríamos en el parque. Abraham es cómo imaginé que sería.
Ah sí, les decía, ella me dijo pingüino, creo que así empezó todo. Tengo más tatuajes de los que pensé que iba a tener, sé que es mi cuerpo porque estoy metido en él, pero casi no lo reconozco.

Feliz cumpleaños papá, pero qué demonios, ¿otra vez soy papá?, ¿de una niña?, ¿de dos niñas?
Esto debe ser una broma, me traen un plato de fruta, ándale canija, ya te vi la cara, pues sí, las wercas se parecen a ella, ¡qué bueno!
No tengo claro por qué un plato de fruta en vez de pastel, si les pregunto van a sospechar que estoy loco. He visto todo, me veo como me imaginé que me iba a ver hace diez años, sigo escribiendo y de alguna forma logré resolver todo para tener mayor tiempo para escribir y estar en casa.
--Muñecota, ¿por qué me dijiste pingüino?
--¿Ya lo olvidaste?, fue cuando
--¿Cuándo qué?
--Cuando…
Lo siento estimados lectores, creo que está parte genera interferencia al reproducirla.
--¿Recuerdas que frunciste el ceño? No te gustó que te dijera así.
--Teorías de conspiración supongo, paranoia, qué se yo. Tal vez me recordó algo que no quería recordar.
--Dijiste que era un Deja Vu.
--¿Por qué mi moto tiene estas letras? PNG—Ella tomó una servilleta y me escribió esto: PNG=Pingüino.
--¿Te dije que odiaba ese mote?
--Sí, y yo te dije que yo estaba aquí para que ya no lo odiaras.—Contestó ella muy segura de si misma. En este momento creo que la conocí cuando la debería de haber conocido, cuando yo no necesitaba nada, cuando no tenía heridas de ningún tipo.

Es muy extraña la vida, mi nombre es Francisco, a veces sigo sintiendo que vivo en un sueño, mi nombre es Francisco, hoy cumplo 51 años, aún tengo mi cabello y mis dientes, más tatuajes de los que pensé que tendría, en la barba tengo una raya de canas demasiado blancas pero muy rectas, tengo todo lo que un hombre puede desear y sigo sintiendo que esto que vivo es un sueño, lo que yo he deseado y lo que he temido me ha pasado, esperen, me está llegando un aviso de mi agenda de Google, el mensaje dice:

Hola, soy tú, hace 12 años renunciaste al miedo.
No tenemos miedo.

Ya me voy, disfrutaré de mi cumpleaños 51 con las personas más importantes del mundo, Abraham viene para acá, mañana voy a escribir cómo seré a los 61 años, algo me dice que tendré look de Steve Morse…del Steve Morse de hace 10 años. Así será, me vale madre...



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